Hasta 1938, el Santuario de Nuestra Señora de la Soledad,
llevaba el nombre de Ermita de San Cristóbal, al igual que el cementerio
aledaño a la misma. En ese año, y tras ser trasladada la Santísima Virgen de la
Soledad a ese templo, y con el beneplácito de la autoridad eclesiástica, cambio
de nombre. En el se conserva un cuadro
de grandes dimensiones que representa a San Cristóbal.
Desde hace bastantes años, el Concilio Vaticano II elimino a
San Cristóbal del Santoral, al considerarlo una pura leyenda medieval. Según
Santiago de la Vorágine, autor de la
Leyenda Dorada, se trataba de un
gigante, que un día salio de su pueblo natal buscando un señor digno de el.
Sirvió primero a un rey, aparente señor de la tierra, pero al verle temblar
ante la mención del diablo, lo abandono. Decidió ponerse al servicio del diablo,
pero lo abandono también cuando lo vio temblar ante la mención de un tal
Jesucristo. Entonces decidió surcar los caminos en su búsqueda, y sin saber como, llego un vado de
un río sin puente, lugar donde mucha gente se había ahogado al intentar
pasarlo. Entonces se quedo allí, ayudando a los que pasaban el río, ayudado de
un gran bastón que se había hecho con un árbol caído.
Un día un niño de pocos
años le pidió pasar, el gigante lo puso sobre sus hombros, y según atravesaba
el río, se iba hundiendo cada vez mas, ¿Cómo podía pesar tanto un niño tan
pequeño?
- Porque llevo encima todos los pecados del mundo- decía el
niño reluciente.
El gigante miro con sorpresa, había encontrado a Cristo.
- A partir de ahora te llamaras Cristóbal, que significa
“portador de Cristo” y siempre que ayudes a alguien a pasar el río, me estarás
ayudando a mí, le dijo Cristo.
En aquel momento el gran tronco que llevaba como bastón,
floreció en una enorme palmera.
Aunque se ha eliminado del santoral, la Iglesia autoriza su
culto
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