En una fría mañana de domingo, en pleno mes de noviembre, la
Santísima Virgen de la Soledad recorrió un itinerario de varias calles,
acompañada por numeroso público y por los párrocos ruteños, mientras se rezaba el Santo Rosario.
Los Misterios y las Ave Maria se iban sucediendo, mientras
la música de capilla daba un toque solemne al caminar la Virgen. Rosas blancas,
iris morado y lisiantum, formaban el adorno floral de las andas, y seis velas
en candelabros guardabrisas, iluminaban el rostro de la Señora.
A las diez y cuarto, como estaba programado, la Santísima
Virgen entraba en la Parroquia de San Francisco de Asís, y lentamente, por la
nave central, llegaba al Altar Mayor para presidir la Santa Misa. Numerosos
fieles asistieron a la misma, en donde los miembros de la Junta de Gobierno
participaron en las lecturas y ofrendas.
Una vez finalizada la misma, la Virgen accedía de nuevo por
la puerta principal de la Parroquia a la
Plaza de Nuestra Señora de la Cabeza, para regresar a su Santuario; la calle
Colon y la que lleva su nombre conformaron el itinerario de regreso, dándose el
hecho histórico de recorrer la Virgen su calle, por primera vez, en su totalidad.
A la llegada a la puerta del cementerio, un responso recordó
a todos los difuntos, y pocos minutos después la Virgen entraba en su
Santuario, dándose así por finalizada la jornada.
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