
Mc 13,33-37: ¡Velad!
"Camino
de Perfección" 18,3-4: Así que el Señor, como conoce a todos para lo
que son [contemplativos o activos], da a cada uno su oficio, el que más
ve conviene a su alma y al mismo Señor y al bien de los prójimos; y como
no quede por no os haber dispuesto, no hayáis miedo se pierda vuestro
trabajo. Mirad que digo que todas lo procuremos [la contemplación], pues
no estamos aquí [en el monasterio] a otra cosa; y no un año, ni dos
solos, ni aun diez, porque no parezca lo dejamos de cobardes, y es bien
que el Señor entienda no queda por nosotras (...) Así que, hermanas,
oración mental, y quien ésta no pudiere, vocal y lección y coloquios con
Dios, como después diré. No se deje las horas de oración que todas. No
sabe cuándo llamará el Esposo -no os acaezca como a las vírgenes locas- y
la querrá dar más trabajo, disfrazado con gusto [que así ha definido la
contemplación previamente: gustos interiores sí, pero mayores trabajos
por el Señor y su Reino también]. Si no, entiendan no son para ello y
que les conviene aquello, y aquí entra el merecer con la humildad
creyendo con verdad que aun para lo que hacen no son [ello:
contemplación; aquello: vida activa].
"Meditaciones sobre los
Cantares" 2,5-6: Notad una cosa, y esto se os acuerde por amor de mí: si
una persona está viva, poquito que la lleguen con un alfiler ¿no lo
siente, o una espinita, por pequeñita que sea? Pues si el alma no está
muerta, sino que tiene vivo un amor de Dios, ¿no es merced grande suya
que cualquiera cosita que se haga contra lo que hemos profesado y
estamos obligadas, se sienta? ¡Oh, que es un hacer la cama Su Majestad
de rosas y flores para Sí en el alma [Ct 1,12-14], a quien da este
cuidado, y es imposible dejarse de venir a regalarla a ella, aunque
tarde! Válgame Dios, ¿qué hacemos los religiosos en el monasterio?, ¿a
qué dejamos el mundo?, ¿a qué venimos?, ¿en qué mejor nos podemos
emplear que hacer aposentos en nuestras almas a nuestro Esposo y llegar a
tiempo que le podamos decir que nos dé beso con su boca [Ct 1,1]?
Venturosa será la que tal petición hiciere, y cuando venga el Señor, no
halle su lámpara muerta, y de harto de llamar se torne. ¡Oh hijas mías,
que tenemos gran estado, que no hay quien nos quite decir esta palabra a
nuestro Esposo, pues le tomamos por tal cuando hicimos profesión sino,
nosotras mismas! Entiéndanme las almas de las que fueren escrupulosas,
que no hablo por alguna falta alguna vez, o faltas, que no todas se
pueden entender, ni aun sentir siempre; sino con quien las hace muy
ordinarias, sin hacer caso, pareciéndole nonada, y no la remuerde ni
procura enmendarse. De ésta torno a decir que es peligrosa paz y que
estéis advertidas de ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario